Mejor no mirar alrededor por las mañanas. Mejor no dejar que la realidad nos aplaste como un cuarenta y tres a un puñado de hormigas. Es sinuoso el destino el que de los muertos fluye y se escabulle. Nuestro sino. Al alba mira de frente como queriendo desnudarlo, como pretendiendo escarbar en los confines de la Historia. Me aflige la autoridad perdida que habita en su hígado. Él ya no tiene la potestad de decidir. Hoy sólo buscamos el sedentarismo del alma. La inercia del orgullo que marchita los espíritus de los cobardes. La memoria nos construye y nos destruye. Las ramas de los árboles se tuercen al caer las lágrimas de los que alguna vez murieron en vida y dejaron morir a quien seguía vivo. Los lagartos vomitan agua y sal cuando sus lamentos se hacen eco en los huecos de las piedras.
Con el tiempo hemos dejado de mirarnos a los ojos. Ya todo nos da igual…Pues OK. Corramos hasta que el corazón se nos pare. Dejemos que el agua nos llegue a la comisura de los labios. Fabriquemos espinas para las rosas de plástico. Aplastemos el mundo con nuestras plegarias. Expliquemos a las pequeñas almas que sólo podemos amar con odio. Ahoguémonos en un mar de mentiras y hagamos con dulzura y paciencia infinita lo que hemos hecho toda la vida: perdernos el la nada. Iglús sin primavera…
Con el tiempo hemos dejado de mirarnos a los ojos. Ya todo nos da igual…Pues OK. Corramos hasta que el corazón se nos pare. Dejemos que el agua nos llegue a la comisura de los labios. Fabriquemos espinas para las rosas de plástico. Aplastemos el mundo con nuestras plegarias. Expliquemos a las pequeñas almas que sólo podemos amar con odio. Ahoguémonos en un mar de mentiras y hagamos con dulzura y paciencia infinita lo que hemos hecho toda la vida: perdernos el la nada. Iglús sin primavera…