Entonces, más vale que ordenes que me corten la cabeza.
Porque prefiero quitarme la piel y la ropa
a contarte mis deseos.
Prefiero apagar todas
las luces
y pintar eternamente las mañanas de tu boca en el lienzo de
la luna,
mi gran desafío.
Prefiero confabular para que el sol salga cada noche
en la zona de tu cuello
en la zona de tu cuello
para poder eclipsarlo, beso a beso, con el tacto de mi
cuerpo.
Aunque tu lengua sea
la patria que une cada una de mis palabras,
y la tierra que piso, tu virtud y reflejo;
tus silencios de ojos rojos,
el alféizar de mi ventana,
y tu esencia mi camino
y la aldaba de mi espejo,
siempre serás,
también
tú,
el veneno más letal.
Mi delirio más secreto.
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